El párrafo crucial que sintetiza la doctrina cristocéntrica de la elección según Barth es la sección (de la Church Dogmatics) titulada: “La elección de Jesucristo”:
“La elección de la gracia es el eterno comienzo de todos los caminos y obras de Dios en Jesucristo. En Jesucristo su libre gracia determina a sí mismo para el hombre pecador y al hombre pecador para sí mismo. Por lo tanto, él toma sobre sí mismo el rechazo del hombre con todas sus consecuencias, y elige al hombre para que participe en su gloria.” (Church Dogmatics II/2, p. 94)
Basándose en la exégesis de Juan 1.1-2, Efesios 1.4ss. y otros pasajes relevantes del Nuevo Testamento, Barth desarrolla la doctrina de la elección. Su interés es mostrar que Jesucristo es eternamente uno con Dios en la unidad de la Deidad. Por lo tanto, él no está de acuerdo en discutir la elección de Dios aparte de Jesucristo quien es uno con Dios desde la eternidad. Barth declara:
“Por Él, Jesucristo y para Él y hacia él, es que el universo es creado como teatro de los deseos de Dios con el hombre y los deseos del hombre con Dios. El ser de Dios es Su ser y, del mismo modo, el ser del hombre es originalmente Su ser. No hay nada que no sea desde Él y por él y para Él. Él es la Palabra de Dios en cuya verdad todo está desplegado y cuya verdad no puede ser sobrepasada o condicionada por otra palabra.” (Church Dogmatics II/2, p. 94)
Esto nos conduce al corazón del punto de vista de Barth sobre la elección. En esencia, la elección se refiere a la decisión del triuno Dios para efectuar su propósito salvador en el mundo a través de Su palabra, el eterno Hijo de Dios.
“… Jesucristo es en sí mismo la elección divina de la gracia. Por esta razón Él es la palabra de Dios, el decreto de Dios y el principio de Dios. Él es el que todo lo incluye, comprendiendo absolutamente dentro de Él todas las cosas y cada cosa, incluyendo dentro de Sí la autonomía de todas las otras palabras, decretos y principios.” (Church Dogmatics II/2, P. 95).
Que la elección de Dios debe estar referida a Jesucristo debe ser comprendido en dos sentidos: primero, como verdadero Dios, Jesucristo es el sujeto que elige; en segundo lugar, Jesús es también verdadero hombre. Como tal, él es el hombre elegido a través de quien otros hombres son elegidos. Así, Jesucristo es el objeto de la elección tanto como el sujeto que elige.
David L. Mueller, Makers of the Modern Theological Mind, Karl Barth, Peabody: Hendrickson Publishers, 1972, pp. 100-101
Trad. Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 21 de octubre de 2010
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